Elegir lo que me da paz, aunque dé miedo soltar lo demás

Elegir lo que me da paz, aunque dé miedo soltar lo demás

Elegir la paz no siempre es sencillo. Muchas veces implica soltar lo que nos resulta cómodo, lo conocido, aquello que en apariencia nos da seguridad. Y soltar da miedo. Da miedo dejar atrás un trabajo estable, una posición reconocida, una imagen creada o una relación que, aunque no nos llena, sentimos como refugio. Pero llega un momento en que el alma ya no quiere aparentar: quiere autenticidad, quiere amor, quiere paz.

Durante años yo viví esa contradicción. Desde afuera parecía que todo estaba en orden: tenía un trabajo respetado, estabilidad económica, respaldo de mis superiores y la aceptación de mis equipos. La gente veía a alguien seguro y confiado. Lo que nadie sabía es que, detrás de esa fachada, yo escondía miedos, dudas, inseguridades y complejos que mi personaje me ayudaba a tapar. Había creado una imagen para agradar, complacer y evitar conflictos, porque en el fondo temía al rechazo y al abandono.

Hasta que un día, esa vida aparente se derrumbó. Aunque lo intuía, vivirlo fue doloroso. Lo sentí como una injusticia profunda. Me invadieron la vergüenza, la humillación y la rabia. Me aislé, me volví invisible y perdí la poca confianza que tenía en mí. Quienes creí que me apoyarían no estuvieron, y la sensación de soledad me golpeó con fuerza.

Durante mucho tiempo me quedé atrapado en pensamientos de rencor y resentimiento. Saltaba de un trabajo a otro sin rumbo, incapaz de avanzar. El pasado me mantenía encadenado y, como si no fuera suficiente, mi cuerpo también empezó a hablar: dificultades respiratorias, crisis de asma, problemas en la piel. Literalmente, me sentía “quemado por dentro y por fuera”.

Con el tiempo, y después de atravesar ese dolor, descubrí que lo que parecía una pérdida era, en realidad, un regalo. Porque me obligó a mirar de frente mis heridas, mis complejos y mi falta de amor propio. Fue el inicio de un camino hacia la reconciliación conmigo mismo, hacia la aceptación y hacia un nuevo modo de ver la vida.

Ahí comprendí algo esencial:
“Soltar y dejar ir es elegir paz.”

Soltar no significa negar lo vivido ni hacer de cuenta que nada pasó. Es reconocer las experiencias, agradecer por lo aprendido y confiar en que todo tiene un propósito mayor en nuestra evolución. Soltar es como ver caer las hojas de un árbol en otoño: la corriente del río se las lleva, pero sabemos que en primavera brotarán nuevas hojas, renovadas y llenas de vida.

Hoy elijo soltar los miedos, las inseguridades y los resentimientos. Elijo vivir el presente y abrir espacio a la paz. Porque cuando eliges paz, eliges también dejar atrás el control, aceptar lo que es y permitir que la vida fluya. El amor expande, el ego limita; el amor libera, el ego encadena.

Yo ya elegí.
Ahora te pregunto a ti:
¿Qué eliges: amor o miedo?

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.